domingo, 24 de abril de 2011
Historia del Reino de León: Los cátaros en León
Os reproduzco un reportaje histórico aparecido en La Crónica de León del 24 de Abril:
"El paso por León del pueblo más enigmático: los cátaros"
Está documentada su presencia en tierras leonesas entre 1216 y 1234 y huían de las persecuciones en Francia
J. V. A. de la Cruz / León
Los cátaros: para algunos, una extraña y misteriosa secta medieval. Para otros, un intento de acercar a la Iglesia a sus orígenes de pobreza. Pero ¿quiénes eran realmente loscátaros?
La historia nos dice que fue un movimiento religioso que nació en el sur de Francia en el siglo XIII. Su nombre proviene del término griego “catharoi”, que significaba, “los puros”. Y precisamente la pureza era la idea principal del catarismo. Ellos pensaban que la vida era un combate entre dos principios, el positivo, Dios y el negativo, el Diablo. Para poder lograr la salvación, el hombre debía renunciar a los lujos del mundo material. Los sacerdotes cátaros -llamados “perfectos”- llevaban una vida de pobreza cerca de la gente, lo que contrastaba mucho con la riqueza y el alejamiento en la que vivía la Iglesia Católica en esos momentos. Los cátaros rechazaban el bautismo, eran pacifistas, no creían en el matrimonio y sostenían la existencia de la reencarnación. La mujer podía también participar en las labores de la iglesia. No aceptaban la confesión, ya que para ellos, el destino del ser humano era ser pecador. Sólo al final de la vida se podía recibir el perdón de las malas obras, mediante un ritual llamado “consolamentum”. Para entrar con seguridad en el cielo, el moribundo podía purificarse renunciando a comer y dejándose morir, costumbre que se denominaba ‘endura’. A causa de esta práctica -minoritaria en realidad- , los católicos acusarán a los cátaros de predicar el suicidio.
El movimiento cátaro tuvo un gran éxito en la Provenza francesa. En aquel entonces, esa era una de las zonas más prósperas de Europa, gracias a su agricultura (basada en el vino y el aceite) y en el comercio de tejidos que realizaba con el Norte de Europa. Los nobles de la Occitania, vasallos de la Corona de Aragón, se unieron a la iglesia cátara. Para la jerarquía católica, que los pobres se hicieran cátaros era un problema; pero que los grandes señores feudales se convirtieran al catarismo, era una catástrofe. La reacción del Papado no se hizo esperar. El pontífice Inocencio III convocó una cruzada contra “cátaros y albigenses” (nombre tomado de los habitantes de unade las ciudades más importantes de la zona, Albi). Para los que participasen en ella, la recompensa sería la salvación eterna y poder quedarse con las posesiones de los herejes. Para los nobles del norte de Francia, fue una oportunidad de conseguir ricos territorios que no dejarían escapar.
Las tropas cruzadas, al mando de Simón de Monfort, cayeron como una plaga de langosta sobre la Provenza. Pasaron a sangre y fuego las tierras del sur de Francia intentando erradicar de ellas la herejía. Ante la dificultad para diferenciar a los rebeldes - que, lógicamente, intentaban ocultarse- del resto de la población, Simón de Monfort pronunció una macabra frase que ha pasado a la Historia: “Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos”.
Los nobles occitanos intentaron defenderse, pero sus pequeños ejércitos no podían competir con la formidable y ansiosa fuerza papal. Así que pidieron ayuda a su señor, el rey de Aragón, Pedro el Católico. El monarca aragonés, aunque no era cátaro, debía ayudar a sus súbditos porque era su obligación como señor feudal y porque, si no lo hacía, la nobleza francesa le arrebataría sus territorios de la Provenza. De este modo, se enfrentó a los cruzados en la batalla de Muret (1213). Allí fue derrotado y muerto el rey aragonés. La causa cátara estaba perdida y la Corona de Aragón perdía la mayor parte de sus tierras en el sur de Francia. Únicamente, la agreste fortaleza de Montsegur siguió resistiendo durante diez meses, pero, finalmente, tuvo que rendirse. Todos los hombres y mujeres que habían luchado en Montsegur fueron quemados en piras. La Inquisición levantó, así mismo, cientos de hogueras por todo el Mediodía francés. Los cátaros nunca habían existido…
Cátaros en Léon
O eso creían, porque entre 1216 y 1234 reaparece en León el movimiento cátaro. ¿Cómo fue posible que este credo llegase a tierras leonesas? La respuesta hay que buscarla en el Camino de Santiago. El Camino, ruta de espiritualidad que atraía a gentes de toda Europa, era también el refugio de pillos, vagabundos y proscritos de toda condición. Entre esos proscritos, van a llegar los cátaros, que huyen de las persecuciones en su tierra natal. Es Lucas de Tuy, sacerdote leonés, quien nos narrará la Historia de su llegada León. Parece ser que un cátaro provenzal, llamado Arnaldo, de profesión copista de libros,habría predicado entre los pobres leoneses, con gran éxito. Utilizaba como símbolo una cruz sin el extremo superior, es decir, en forma de “T”, con tres clavos (en lugar de los cuatro tradicionales), signo del que sólo se tiene noticia en los cátaros del Reino de León.Arnaldo logró unir a los más humildes para denunciar los abusos de la Iglesia. Protestaba contra la corrupción y la usura de los poderosos clérigos legionenses. Los herejes leoneses, llegaron a levantar una capilla propia, tal vez situada cerca de San Isidoro.
La Iglesia, preocupada por el creciente número de partidarios de Arnaldo, pidió ayuda a Fernando III, el “Santo”. Éste identificó el movimiento como una amenaza para su aliado más fiel, la Iglesia. La alianza entre el rey y la Iglesia leonesa había nacido cuando, a cambio de apoyar la ilegal unión del Reino de León con Castilla, el monarca dio fondos para terminar la Catedral de la capital. Fernando III mandó quemar y aun introducir en calderas hirvientes a los herejes. Llegó incluso a prender él mismo, la pira de varios condenados. La represión, capitaneada por el Obispado, terminó con la vida de Arnaldo -que fue ajusticiado- y la de varios de sus seguidores. Una vieja leyenda dice que de la tumba de uno de los muertos salió una gran serpiente que mató al obispo que había ordenado el castigo. En represalia, el cadáver de Arnaldo fue desenterrado y sus huesos arrojados a un estercolero. Varios años más tarde, la Iglesia observó con inquietud que el lugar donde fueron abandonados sus restos se convirtió en un lugar de peregrinación para la gente, que decía que si se bebía de una fuente situada en las cercanías, se podrían curar de toda clase de enfermedades. Incluso intentaronlevantar un “santuario” en ese lugar, que algunos autores sitúan en La Candamia.
La influencia del catarismo en León se extendió a otras zonas de la ruta jacobea, como Galicia, Burgos y Palencia. Parece ser que pequeños grupos armados de cátarosresistieron algún tiempo en zonas aisladas, pero poco a poco fueron desapareciendo. La aparición de los cátaros en tierras leonesas nos muestra como el Reino de León vivía, al igual que otros reinos de Europa, unos graves conflictos sociales. Los hombres y mujeres de León se rebelaron contra una situación injusta que los mantenía en la miseria. La búsqueda de una utopía fue su camino para intentar conseguir una sociedad más justa.
ENLACE:LOS CÁTAROS EN EL REINO DE LEÓN
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